En el límite oeste de la ciudad los problemas son tan diversos como su población. Una recorrida por la inconclusa avenida de Circunvalación Oeste, por la Alfredo Guzmán y por Camino del Perú se asemeja a una enciclopedia de diferencias sociales: sorprende advertir qué pocas que son las cuadras que separan la pobreza extrema de las casas enormes, de un shopping y de quintas en las que la ruralidad está cada vez más teñida de urbanidad.
El objetivo de la avenida de Circunvalación Oeste es unir la Roca con la Jujuy a lo largo del canal Sur. Si bien es posible transitar por ella un largo trecho, está inconclusa. Y hacia el sur de la Independencia, el pavimento y los cordones cuneta de ambas manos están desapareciendo debajo de montañas de basura. "Como no pasa el recolector tenemos que tirar todo al canal", se justifica una quiosquera a tres cuadras de la intersección con la Roca. Un poco más al norte, en Alfredo Guzmán al 400, Alejandra atiende una verdulería y, en cuanto empieza a hablar, da la impresión de que el dique que contenía su indignación se acaba de romper. "Las cloacas y el gas llegan hasta el pasaje Benito Lynch, justo frente al shopping. Nosotros, que estamos 100 metros al sur, no tenemos nada", protesta. Su vecina, Julieta Acosta, tiene la suerte de vivir en el sector que posee todos los servicios, pero igual se queja: "desde que está el shopping hay mucho tránsito y perdimos tranquilidad".
Camino del Perú es, en realidad, la ruta provincial 315, junto a la que se alternan quintas y barrios. La transita todo tipo de vehículos: desde camiones hasta bicicletas. "Traer a los chicos a la escuela es un peligro", se queja Florencia Gómez, en la puerta de la Justiniano Frías, a la que llegó después de cruzar una ruta que parece haberse convertido en la avenida de las pesadillas.